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martes, 22 de marzo de 2011

SIGLO XVIII y SIGLO XIX

Con la Revolución Industrial se producen cambios significativos: se introduce la mecanización en el terreno de las manufacturas textiles, cambios en el tratamiento de los tejidos e incluso la organización social del trabajo; en Inglaterra se estaba produciendo la Revolución Textil.

En el siglo XVIII se crean unos colorantes fijos, lo que hace nacer una importante industria del paño de algodón. Esto supondrá también una revolución social dado que los mercados se van a llenar de tejidos con colores vivos y dibujos de gran variedad.
Estas condiciones tecno-comerciales, junto con el nacimiento y desarrollo de la verdadera clase media, redujeron las diferencias que existían entre la vestimenta de la aristocracia y la del pueblo.

Después de 1715, la base del traje masculino no cambia y continúan usando casaca, chupa, camisa, calzones ajustados y medias a la rodilla al igual que los pantalones.

En los años siguientes cada una de esas prendas fue sufriendo una serie de transformaciones. Un ejemplo de ello es el sombrero, ahora el más usado es el tricornio o sombreros de 3 puntas frente al de ala baja, que aún era usado por el clero y algunos trabajadores.

Sobreviven, del siglo anterior, algunos tipos de capas, aunque pronto fueron reemplazadas por los capotes. También es el caso de los zapatos que se usaban, que eran esbeltos y largos. Los guantes y los pañuelos pasan de ser ornamentales a funcionales.

Por otro lado, la vestimenta femenina sufre un cambio de corte, totalmente diferente al del traje masculino. Ellas se alejan de los excesos del vestido renacentista en busca de más libertad y comodidad.
Aun así, la indumentaria tiene breve vida, y en el vestido se apuesta por la falda ancha de aro que ya en 1755 había pasado de moda.

El corpiño en cambio, permanece estático con su terminación en punta en la parte delantera. Sin embargo los tejidos para esta pieza se van a cambiar teniendo en cuenta la moda del momento y siembre en concordancia con los complementos que también han evolucionado. Esto se aprecia con claridad cuando llega la moda de los escotes donde el chal se convirtió en pieza indispensable.

Tras la Revolución Francesa: el vestido masculino solo cambiará de línea y el de la mujer cambia de línea y de forma. La estructura de la moda se modifica y aumenta la producción, la competencia en el comercio del algodón, que se tradujo en unas reducciones en los precios, la maquinaria se especializa y provoca que la industria de la vestimenta aumente en proporciones considerables.

Después de 1815 la anglomanía invade Europa, pero en 1825 volvía el romanticismo, y quien más siente estos cambios será el vestido femenino. Ya en pleno siglo XIX la vestimenta estaba bien definida: vestido largo para la mujer y pantalón y chaqueta para el hombre.

En este período, las tendencias van a ser más estáticas que en nuestra moda actual, pero a pesar de todo, en ese proceso van ha cambiarse muchas formas, tejidos, colores, etc... Todo normalmente respondía a las demandas de unos grupos determinados, o bien a una coyuntura que obligará a cambiar los cánones estéticos.

En las Islas, aunque la vestimenta era generalizada, cada lugar tenía sus peculiaridades, ya que era una forma de definir a que grupo y/o rango pertenecías.

A Canarias la moda llega siempre con bastante retraso y normalmente llegaba de la mano de los inmigrantes y de grandes personalidades llegadas de la metrópoli. Su evolución aquí será diferente puesto que está condicionada por el clima, la idiosincrasia y el apego que la clase burguesa canaria tenía hacia los vestidos tradicionales.


Con el avance y aumento de los medios de comunicación se va a producir un desarrollo del comercio y eso supondrá que en la Isla haya un trasiego importante de personas que traen nuevas modas y nuevos tejidos, más baratos.

Con la epidemia de cólera de 1851 se produce una quema masiva de prendas que estaban contagiadas dado el extendido uso de pasar las ropas de señores a sirvientes, y éstos a su vez, a la familia; por lo que esta coyuntura afectará más a las clases populares.

Tras el luto generalizado que se vivió dado el índice de mortandad, se produce una compra de paños nuevos que provenían del extranjero. Ya que se copia el uso de tejidos, también se copiarán los modelos foráneos, aunque adaptándolos a la forma de ser de los canarios, y la consecuencia de estas nuevas tendencias será la decadencia de los telares del país. En medio de todo este flujo de tendencias nace el vestido de transición. Aunque permanecerán vivos durante varias décadas más, algunos modelos más sencillos de la vestimenta tradicional.

Este vestido se caracterizará por su variedad y los nuevos patrones llegan primero a la ciudad. A fines del siglo XIX entra en decadencia el vestido y las mujeres comienzan a tomar las formas foráneas aunque, el uso de colores y modelos será similar en todas las Islas.

La vestimenta de transición pasó por dos fases:

- Predominio de las prendas tradicionales sobre las recién incorporadas.

- Pérdida de lo tradicional y nacimiento de gustos nuevos implantados por la moda importada, con preferencias por los colores fuertes, sobretodo las mujeres.

En el proceso aparecen nuevos modelos y de entre ellos cabe destacar el campesino o popular, que eran una copia de los figurines foráneos más la aportación local. Hay una variedad de chaquetas y camisas que es totalmente novedosa, las faldas serán largas y con mucho vuelo.

A partir de la primera década del siglo actual, el delantal lo van a decorar y a acotar más, y el zagalejo contará con encajes y tiras bordadas.

En esta etapa los tejidos más usuales serán: las cotonias, las indianas, el popelín y diferentes tipos de lana. La importación del dril, es muy importante ya que es una tela muy fuerte de hilo o algodón, y su consumo se extiende dado su bajo coste.

En el hombre se generalizará el uso de la camisa, que suele ser de color blanco, el chaleco y la chaqueta.

Para la mujer habrá piezas que serán incorporadas paulatinamente pero que con el paso del tiempo pasan a ser una pieza base. Este es el caso de la ropa interior: el cuerpo, que era una pieza enteriza que iba pegada a la piel y que solía ser de tela blanca de algodón. Las bragas, son unos calzones o pantalones amplios con encajes y amarradas con cintas.

El Traje de Néstor y la Sección Femenina
A Néstor no le interesaba ser fiel a la realidad canaria, y por eso va a ignorar el modelo tradicional y monta un modelo estético modernista, que posteriormente tendrá la denominación de: el disfraz típico de Néstor, o traje de Néstor..

La primera intención que se escondía detrás de este proyecto era la de obtener un prototipo de vestimenta del lugar, con la que vestir y divertir a los pasajeros de los trasatlánticos que arribaban a la Isla, en sus fiestas de disfraces.

Néstor más que resucitar el traje tradicional, lo que hizo fue crear uno totalmente nuevo. Para ello contará con el apoyo de diferentes organizaciones y organismos de mucha importancia social y político-administrativa tales como el Cabildo Insular o el Círculo Mercantil, que junto con el Gobernador, promovieron de manera condenable, el uso del traje, además como elemento identitario.

Con todo ello, en un homenaje póstumo a Néstor, hecho por y para la burguesía, se emprende una "Cruzada de revitalización de lo tradicional", que contó con el apoyo de los medios, con una campaña periodística muy fuerte.

Así pues, se creó y formalizó para Gran Canaria una vestimenta que representaba la personalidad del artista, que era una mezcla de modelos polacos, griegos. No tenía nada que ver con la realidad de la Isla, pero que era estéticamente aceptable para él y válido para las intenciones políticas que habían detrás.

Este traje fue paseado por ferias y certámenes como el traje típico de la Isla. Con el tiempo se levantaron voces en contra de estas manifestaciones, puesto que parecía que se estaba caricaturizando a la vestimenta isleña.

El traje de Néstor estaba compuesto por las siguientes piezas:

HOMBRE: sombrero negro, camisa blanca de mangas cortas y voluminosas, chaleco de colores adornado con pintaderas, una falda-pantalón con tablas y unas polainas del tamaño de unas rodilleras, además del calcetín y el zapato de cuero virado.

MUJER: minúsculo sombrero negro ladeado, que jamás se usó, con borlas de colores, pañuelo amarrado con forma de lazo al lado izquierdo de la cara, blusa ceñida de manga larga -con calados en el pecho y la espalda-, falda con profusión de calados y con cintas formando dibujos y zapatos de tacón con borlas de adorno.

En total sintonía con la obra de Néstor está la Sección Femenina pero en la Isla hubo una preocupación por recuperar las tradiciones como los cantos y las danzas, y también la vestimenta, aunque por el camino cometieron diferentes errores.

Inicialmente, cuando se crearon los cuerpos de coros y danzas, éstos iban vestidos con la ropa diseñada por Néstor, que a su juicio, era la correcta, y de ahí que la mantuvieran durante algún tiempo. Pero luego, poco a poco, se fueron uniendo las diferentes quejas sobre el traje, dado la incomodidad y la poca credibilidad que tenía el vestido, por lo que se optó por cambiarlo.

Por ello se creó un equipo de trabajo para la realización de modelos verdaderamente tradicionales, en dicho proceso hubieron algunos aciertos y bastantes errores. Al grupo lo asesoraban diferentes personas, entre los que estaba Luis Benítez Inglott, el cual tenía en su poder una gran cantidad de prendas antiguas, de la vestimenta de la Isla.

Los modelos fueron realizados basándose en gran parte, en las descripciones que hace Domingo J. Navarro en su libro, Recuerdos de un noventón.

Los modelos fueron bautizados por la Sección Femenina como "traje de aldeana" y "traje de señora", éste último con connotaciones clasistas, lo cual no fue del agrado de todos.

Todos los trajes se hacían y se distribuían por medio de las delegaciones que tenían en la Isla para así abastecer a los grupos que se iban formando.

En el trabajo sobre la vestimenta, la Sección Femenina se quedó a medio camino, aunque su labor, a pesar de sus diferentes trabajos, tuvieron una digna presencia y sirvieron de buen punto de arranque para el inicio de la formación del verdadero traje popular.

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